Ya queda menos para estrenar año, y cuando termina el anterior, me gusta pensar en cómo ha ido todo en mi vida. Antes tenía la sensación de que cada año era un poco mejor que el anterior, éste ha sido tan bueno como los tres últimos. Me he sentido bien y he podido seguir haciendo lo que me gusta y lo que quiero hacer. Algo tan sencillo, y a la vez tan complejo, como mejorar la situación de las personas que conozco en la asociación de Bilbao. Después de haber visto recuperarse a muchos, mi ilusión sigue casi como el primer día.

Quizás lo más importante que he aprendido este año tiene que ver con el estrés, un viejo conocido de mi vida profesional. Estuve a punto de quemarme y supe retirarme a tiempo sin salir tocado. Algunos hablan de un estrés bueno. Yo necesito que me lo presenten porque todavía no le conozco.

Esto último me conduce a pensar que no todos nacemos con la misma capacidad para manejar determinadas situaciones. Y si no es así, las circunstancias de nuestra vida pueden habernos marcado para siempre. Yo estoy convencido de que hay cosas que son imposibles para mi y lo seguirán siendo mientras viva. La buena noticia es que hay muchas más que son posibles, y en ellas me centro.

Hoy no tenía conexión de internet y la he buscado para escribirte. Cuando uno quiere algo de verdad, encuentra la «conexión». De internet, o de lo que sea :))