Mi dedicación en la asociación Esperanza Bipolar me permite contemplar algunos problemas desde arriba y desde fuera. A veces, me doy cuenta de algunas cosas que no puedo ni pretendo evitar. El otro día, un buen amigo que tiene mucha experiencia con los caballos, vio cómo una compañera de la asociación se caía de su yegua. Antes de caerse, él lo vio venir. Me pasa lo mismo con algunas personas y siento no poder hacer nada por evitarlo. La única manera de aprender ciertas cosas es cayéndose. Es una lección que no hay otra manera de aprender.

El libro que ya puedes descargarte es un mapa de un territorio que conocí bien y no era ningún paraíso. Ahora vivo haciendo turismo sin caer en pozos ni viajando a otros planetas. Me gusta lo que veo y disfruto de la compañía de todas las personas con trastorno bipolar que conozco, aunque algunas no estén en su mejor momento. Aquellas que todavía sufren me hacen valorar más lo que tengo. Nunca antes me he sentido tan bien y quizás no sea consciente de todo lo que he logrado, Este año, ha sido especialmente bueno y, el próximo, pinta mejor.

Y hablando de pájaros. Imagina que tú eres uno de ellos. Tienes alas y no puedes volar todo lo alto que te gustaría. Hay pájaros que caminan y saltan. Parecen muy felices y tú puedes hacer lo mismo sin mucho esfuerzo. Volar requiere de una energía que no todos tienen, y las alturas tienen sus riesgos. Yo llevo cinco años caminando y he llegado allí donde quería llegar. He cumplido tres grandes ilusiones, lo que otros muchos llamarían sueños. A partir de aquí mi mayor ilusión es seguir contribuyendo a que los demás se sientan cada día mejor. He visto que algunos sufrían y ya han dejado de sufrir. Otros que no disfrutaban de la vida y ahora lo hacen. Me he dado cuenta de que no hay nada comparable a lo que hago ahora. Y que había muchos motivos para que antes sufriera como ellos. 

¿Conoces tú los tuyos? Aquí hay espacio para escribir tu comentario :))