Hace tiempo pensé en invitar a otra persona a escribir en Esperanza Bipolar. La idea era convertir mi blog personal en un blog coral. Hace no tanto tiempo conocí a Jose y me atravesó. Me inundó con su bondad, como haría una Buena Hermana con un Hermano Cualquiera. 

Nos encontramos un día y no era él. Mejor dicho, sí era él pero no era el que es ahora. Acababa de salir del hospital y estaba roto. Juntos empezamos a recomponer sus añicos y juntamos algunos de mis trozos. Ahora es un **Gran Amigo**. Si piensas que hay algo más valioso en el mundo, escribe aquí debajo tu comentario. 
Mi amigozepam me curó los pocos dolores que me quedaban. Varios, menos el dolor físico. Cuando nos vemos, me muestra para no enseñarme, me escucha y me explica. Me hace reír y me sorprende. A veces, cuando se calla y me mira de una manera diferente, intuyo que no está de acuerdo y su silencio es mi lección. Es una de las personas más brillantes que he conocido en Esperanza Bipolar, pero lo que más brilla es su corazón.

Hace años sentía esperanza. Ahora siento mi realidad del último año. Hace unos días registré el dominio www.remisionbipolar.org. Pronto te contaré lo que haré cuando haga la mudanza con parte de mis muebles allí.
Tuve a mi lado -y tengo- la ayuda de un equipo médico muy profesional que fue siempre mi apoyo incondicional. Nunca podré agradecer lo suficiente a mi neuropsiquiatra, Javier Aizpiri, ni a quien fue mi psicóloga, Norma Larrea, lo que hicieron por mí. 
El día que no estén, la salud mental habrá perdido a dos profesionales excepcionales que no se dejaron llevar por la corriente. Y a dos personas que ejercieron su profesión con responsabilidad y no se equivocaron en la manera de actuar conmigo.