Acabé el año muy bien, y empecé éste con una gripe que me ha dejado hecho polvo. Ahora me estoy recuperando poco a poco, y pronto volverá mi cuerpo a estar en su sitio. El año ha empezado con más novedades, en este caso, muy positivas.
 
No sé cómo, como suele ocurrir con estas cosas, pero he sentido un cambio muy importante en mí últimamente. Ya no necesito nada para disfrutar de la vida, y te puedo asegurar que es la primera vez que tengo una sensación tan agradable. También tengo la sensación de que los últimos seis años que me he dedicado a los demás han sido sobre todo una necesidad que me llevaba a hacer lo que he estado haciendo. Ahora todo es diferente.

Hace poco, un amigo me dijo que me había quemado y que quería salvar el mundo. Aunque ni lo uno, ni lo otro, sí es verdad que un algo de razón había en su diagnóstico. Ya no soy bipolar, no me siento bipolar ni sufro el trastorno bipolar. Si sigo dedicándome a quien sufre no necesita motivos. Ni lo haré durante toda mi vida, ni es toda mi vida. Mañana mismo puedo dejar de hacerlo, sin sentir que algo me falta. Es el final de un proceso largo donde uno no tiene ninguna garantía de llegar. Siento una tranquilidad que nunca antes había sentido.

Tengo una docena de libros por leer y tampoco necesito ya leerlos. Todo lo que tenía que aprender respecto al trastorno bipolar ya lo aprendí. Ha sido la mejor inversión de mi vida. Ahora toca disfrutar de la vida de una manera diferente. Quizás algún día vuelva a ellos por el simple placer de aprender. Muchas de las cosas de mi vida de antes, eran una necesidad, En mi vida de ahora, simplemente hay querer. Quiero pasear, respirar, estar. Siento y ya no padezco. Disfruto y ya no necesito.