Sigo fijándome en los detalles cuando se me complican las cosas. Prestar atención me ha ayudado mucho a aprender, y sin aprender no hubiera logrado superar la enfermedad.

Antes vivía demasiado en mi mundo. Soy muy pensador y eso me ha complicado también la vida. Ahora saco partido a esta cualidad, pero el riesgo es coger el vicio de pensar. Hace poco aprendí a no pensar en exceso y me va mucho mejor. Antes de que me diagnosticaran trastorno bipolar, tuve una depresión. Me pasaba el día dándole vueltas al mismo tema. Después, sufrí otras depresiones por circunstancias que me llevaron a obsesionarme. Cuando me surgen problemas difíciles, todavía tiendo a pensar mucho. De momento, he descubierto cómo no darle demasiadas vueltas a la cabeza y me va mucho mejor.

Si has sufrido varias depresiones, al principio, lo más importante es aprender a relajarte y a no pensar tanto. Luego piensa en qué es lo que te ha hecho sufrir, pero a ratos. Algunas respuestas llegan con el recuerdo. Pensar en los porqués cuesta más y lleva más tiempo. Al forzar recuerdos sentirás emociones desagradables. Esa es lo peor parte, pero yo la tuve que sufrir para no necesitar ahora antidepresivos y sentirme muy bien.