Hoy te voy a hablar de mi pasado a ver si te suena la canción. Cuando la escuchaba hace veinte años andaba todo loco. Acabé en el psiquiátrico sin saber lo que se cocinaba en mi piso de arriba.

Quería cazar gamusinos. Ni sabía cazar ni había visto nunca un gamusino. Y lo peor de todo: yo no había nacido para cazar gamusinos.

Aprendí a coger el arco y las flechas después de cogerlo del revés durante más de cinco años. Qué estrés. Con estrés nacen muchos trastornos bipolares. No todos, pero sí demasiados. No caí en mi primera depresión sólo porque no sabía cazar. El miedo y las dificultades para encontrar una salida hicieron el resto. Mis sentimientos principales eran la incapacidad y la inutilidad. Ahora son los opuestos: mi capacidad y mi utilidad. No cazando gamusinos pero eso da lo mismo que lo mismo da.

Cuando más cerca estaba de convertirme en cazador lo dejé todo e hice un reset. Mi mejor decisión vital con diferencia. El estrés mantenido en el tiempo funde los cerebros. Si no va a las células va a los genes. Y en el cerebro hay millones de células. Lo que más me gusta del cerebro es lo simple que es su funcionamiento. Los que lo estudian dejan de ver el cuadro general pero estoy agradecido porque me enseñaron casi todo lo que sé de él. Yo lo vi hace tiempo y es bastante sencillo. Aquí lo traduzco a algo comprensible y lo comprimo en pastillas. Mastiqué mis lecciones durante mucho tiempo para superar la enfermedad y ahora me dedico a escribirte aquí sobre lo aprendido. Las depresiones y las manías hablan de necesidades. Necesidades por satisfacer y sentimientos que hacen daño.

«Mis sentimientos han cambiado de la noche al día. Quince años me costó llegar al punto de sentirme útil y capaz. Útil para los demás y capaz de muchas cosas. De cazar gamusinos no. Si te olvidas de cazar o de los gamusinos lo tendrás más fácil. En la manía se ven pero no están. Disculpa las metáforas, es una forma diferente de enseñar algo muy importante respecto al trastorno bipolar»