Hasta casi los cincuenta años tuve problemas con el estrés. El golpe definitivo para acabar con él fue el día en que tomé consciencia de que no podía salvar al mundo. Así de increíble.

Durante un tiempo sufrí el estrés de mi profesión. Me sentía como un pulpo en un garaje. Años después, una persona me dijo sin pensar mucho: «tú no valías para ese trabajo». Me hizo comprender diez años de mi vida y sonreír con sólo seis palabras. Después sufrí de estrés en Esperanza Bipolar. A veces, tenía la cabeza como una máquina de hacer palomitas. Pensaba demasiado, y con frecuencia recordaba cosas para analizar algunos problemas que veía en la bipolaridad. Quería evitar que los demás se hicieran daño, y eso me llevaba a pensar más y más. Dejé de hacerlo y se acabó el problema. También quería saber más: una ansiedad de conocimiento que me afectó durante años. Lo positivo es el conocimiento que acumulé y pude aprovechar para mí, y ahora para ti.

«Si sufres de lo que yo llamo estrés bipolar, primero mira si puedes encontrar la forma de moverte. Si puedes hacerlo, cambia de lugar. Si no puedes, busca alternativas por muy extrañas que le puedan parecer a los demás. Necesitas encontrar tu manera de hacer las cosas para conseguir lo que quieres. Por último, piensa en qué es lo que haces y cómo te afecta. Esta parte es la más difícil, y para avanzar puedes necesitar mucho tiempo. No te rindas, sigue reflexionando y saca conclusiones. Es un aprendizaje que dura toda una vida.»