Hoy no tengo ningún deseo que me haga daño. Todo lo que quiero me hace bien y no siento la presión que sentía antes. En mi peor época, tenía una ambición de logro que me provocó bastante inestabilidad.
Antes tenía muchas dificultades y sentía mucha presión por superarlas. Por un lado, quería sentir la emoción de crear una empresa, cuando lo que más disfruto es la tranquilidad. Era inconsciente y no me daba cuenta de lo que supone lograr que una empresa funcione. Por otro lado, me sentía capaz de hacerlo, aunque antes me había sentido también un completo inútil. Mi trastorno bipolar era la consecuencia de un deseo. Mi deseo era una ilusión tóxica y, a la vez, una alternativa a una situación de insatisfacción. Ahora pienso que, más que un deseo natural, era también una vía de escape para canalizar el estrés de vivir sin un futuro claro.
«Si puedes recordar algunos detalles de la etapa en que te sentías más inestable, te darás cuenta de algunas cosas importantes. No podrás cambiar el pasado, pero serás más consciente parar afrontar tu futuro de una manera diferente. Un deseo tóxico con trastorno bipolar es un deseo que te causa estrés y ansiedad. Si te falta aprendizaje para alcanzar el deseo, te volverá a provocar daño. Identificar este deseo tóxico te ayudará mucho porque incluso podrías desear algo que no necesitas.»