Hoy comentaba una persona en las redes sociales que estaba durmiendo mucho y se levantaba cansada. Me ha hecho recordar la época en que me costaba levantarme porque no me gustaba lo que me esperaba. No odiaba mi trabajo porque yo nunca he sido de odiar, pero mi trabajo me gustaba menos que los callos o los morros. Si a ti te gustan, mi cuerpo los rechazan. Igual con mi trabajo de oficina me pasaba lo mismo, véte tú a saber.

Desde hace tiempo me levanto todos los días sin despertador y duermo entre seis y ocho horas. Bailo un poco después de ducharme. Tranquilo, con la puerta del baño cerrada para que no me vea nadie. No quiero que mi mujer se alarme de mi buen humor todas las mañanas. Dice que no se puede ser feliz todos los días y me convertiría en sospechoso de algo. Todos conocemos las suspicacias familiares en torno a la bipolaridad, y no es cuestión de jugársela por hacer un poco el tonto en tu propia casa. Estoy convencido de que mucho tiene que ver con que todo lo que me espera en el día me sabe a magdalenas. Los que estudian dicen que el cerebro anticipa lo que está por venir. Pues va a ser que sí. Como me hace ilusión lo que me espera, otro mundo nada parecido al gris de mis peores años. Este años cumplo diez años de color y quiero celebrarlo contigo.

La rutina de la mañana tiene mucho que ver con el estado de ánimo general del día. Algún día te hablaré de lo que me funciona. Esta semana leí que algunos somos alondras, otras búhos y otros colibríes en función del cronotipo. Los que están más despiertos de día, los que prefieren la noche o los que funcionan bien de día y de noche. Yo creo que a algunos les gusta madrugar para dar un paseo por la playa y a otros ver la película de la televisión por la noche. Queda menos científico que hablar de cronotipos, pero me parece más científico con todo lo leído. Viva las clasificaciones dentro y fuera del fútbol. No sirven de mucho pero estamos mejor informados. Y estar informado da gustito pero yo prefiero hablarte de algo más útil: la experiencia.