La semana pasada ha muerto Prince. Un comentario en las redes sociales que enlaza a las primeras investigaciones indican que quizás llevaría medicándose más de treinta años con opiáceos y otras drogas legales. Este comentario no tiene nada que ver con el trastorno bipolar aunque yo sí lo vea.
No voy a hablar de lo evidente porque la mayoría de los psiquiatras se dedican a informar sobre ello, y poco más. Tampoco esta vez voy a contar algo que nadie sepa. Para eso ya tienes muchos comentarios anteriores si quieres leerlos. Las drogas legales son muy baratas -más que las ilegales- bastante accesibles y cómodas de tragar. En muchos casos necesarias también. Si una persona con todas las posibilidades a su alcance, como Prince, las necesitaba qué te voy a contar de quienes tienen lo justo para llenar la nevera. 
Muchos psicólogos se morirán de hambre o tendrán que dedicarse a servir cafés tal y como anda la salud mental del siglo veintiuno. Con suerte, el más adaptable pedirá permiso a la psiquiatría para hacer el trabajo que le dejen hacer porque le pagarán la innovación con un tirón de orejas.
Hoy hace un día precioso y el paseo por la playa ha sido un placer. Una pena que dos personas y grandes músicos, como Bowie y Prince, se hayan ido este año.