Me llama la atención ver cómo las distintas personas perciben el mundo de muy diferente manera. Para muchos es un vertedero, para unos pocos algo más parecido a un lugar agradable. En realidad, es un poco de las dos cosas. Lo que más influye en cómo lo ves, es cómo te sientes en él.
 
Todas las mañanas leo varios periódicos. Salto las noticias de política, la sección internacional y los deportes en bloque porque no me interesan, con la ventaja de que tardo menos en ojearlo. Si evitas estas páginas y las noticias de la televisión, te sentirás mejor en menos de un mes. Estarás un poco menos informado si las ves el fin de semana en lugar de una vez al día. Sólo te perderás algo importante si se anuncia la tercera guerra mundial o el fin del mundo: dos noticias altamente improbables.
 
Muchas personas con bipolaridad tienden a esperar demasiado del mundo y de los demás. Yo, antes, también lo hacía. Desde hace tiempo, he aprendido a no esperar gran cosa de los demás y soy mucho más feliz que antes. Es difícil hacerme daño. Mi ambición constante por ser feliz me ha llevado a este punto tan dulce. Y cuanto más ciencia leo, más absurdo me parece el mundo. Ahora me refiero a las personas que habitan en él.