Para el que ha llegado hasta aquí, tengo unas reflexiones que considero muy importantes para quienes estamos diagnosticados con trastorno bipolar. Un tema sobre el que estoy profundizando últimamente, revisando en mi historia personal, es el deseo. Tengo intención de dedicarle un capítulo del libro que espero publicar próximamente. Hace algún tiempo, me di cuenta de que un deseo por sastifacer condujo mis estados de ánimo en direcciones opuestas convirtiéndose en un veneno que intoxicó mi vida hasta un extremo inimaginable.
La mayoría de nuestros actos tienen un propósito, pero el deseo no siempre conduce nuestra vida por el buen camino. Una vida gobernada por el deseo nos puede llegar a convertir en víctimas del propio deseo y, si no somos capaces de suavizar su empuje y aprovecharlo como impulso más que como necesidad vital, las consecuencias pueden ser debastadoras.

Vivir ajeno a los deseos sólo parece accesible unos pocos privilegiados, sin embargo, creo que es un aprendizaje al alcance de cualquiera. Siempre se me ocurren estrategias para no sucumbir a su poderosa atracción. Motivaciones, es una palabra que se ajusta mejor a mi actitud de los últimos años y reconozco que verlo desde esta nueva perspectiva me está ayudando a no caer en situaciones de inestabilidad. La palabra deseo es tan intensa como los extremos de los estados de ánimo del trastorno bipolar.

Un buen ejercicio es plantearse si uno lleva algún tiempo persiguiendo un deseo con cierta ceguera. Me parece muy conveniente tratar de equilibrar todo deseo con pequeños trucos que te pueden ayudar a no aportar más leña al fuego. Creo que el entusiasmo y la pasión, unidos a un intenso deseo pueden convertirse en una auténtica bomba de relojería para las personas vulnerables como nosotros.

Me gustaría que te sintieras identificado con lo que aquí cuento, porque así encontrarías utilidad en mis palabras. El único propósito de este blog 🙂