Esta última publicación será la penúltima de la serie dedicada a la posible relación entre trastorno bipolar y autoestima. Puede que alguien haya empezado a aburrirse por no avanzar con otros temas que para mi también son importantes.

¿Cómo afecta la aceptación a la autoestima?

La aceptación es fundamental a la hora de poder avanzar. Puede parecer contradictorio, pero explicaré porqué creo que aceptarnos a nosotros mismos es necesario para crecer y sentirnos mejor. Si llevas mucho tiempo, consciente o inconscientemente, negando alguna de tus debilidades o intentando superarlas sin éxito, aceptarlas no es un fracaso sino una opción muy saludable. Aceptar no debe suponer inmovilismo ni pasividad, sino simplemente aceptar que quizás no seas capaz de llegar a ser lo que siempre soñaste, por poner un ejemplo cualquiera. El mundo no debe acabarse ahí. En particular, a mi me resultó muy útil aprender que el camino más difícil no siempre es posible.El conocido «sueño americano» en cualquier ámbito de tu vida puede ser más frustrante que una sana ambición por lo que deseas.

Es muy frecuente que todos nos fijemos en las virtudes de los demás que nosotros carecemos, sin embargo, tengo la impresión de que en el caso de las personas que padecemos el trastorno bipolar, se convierte casi en una forma de obsesión. Pondré un ejemplo personal maquillado.

Hace ya mucho tiempo, me llamaba la atención el presidente Obama. En mi entorno no era difícil encontrar hombres de color ni personas con carisma. Sin darme cuenta, me dedicaba a escanear toda persona que encajara en el perfil, jugadores de la NBA en la televisión, africanos con los que me cruzaba en la acera, compañeros de trabajo con un aparente dominio profesional en su parcela, o simples actores de la televisión o el cine. ¿Y cuál era la trampa a la que me sometía? El color de la piel y los rasgos de personalidad que me atraían eran lo único que podía ver, como si emitieran una luz de un solo color y yo sólo viera esa frecuencia de color. Todo lo demás permanecía invisible, incluidos muchos aspectos que carecían de ningún valor o incluso podrían llegar a parecerme absurdos o irracionales. Tenía puestas las «gafas de la carencia«.

Ahora mismo, mi color de la piel sigue siendo blanca como lo fue siempre y mi carisma, comparado con el de Obama, insignificante. Lo importante es que hace tiempo que dejó de importarme. Tengo prioridades y responsabilidades respecto a mi vida y con los demás que, hace tiempo, decidí no abandonar nunca. Y para mi, eso es mucho más que suficiente. Soy bipolar al igual que tú y puede que no te sientas identificado con esta historia. Si es así, espero que en las próximas publicaciones sí encuentres algo que te invite a reflexionar sobre tu vida. Reflexionar es una de las obligaciones que deberíamos imponernos quienes estamos diagnosticados con trastorno bipolar.