En realidad no creo que todas las personas diagnosticadas con trastorno bipolar sean impulsivas pero la impulsividad sí que puede ser un rasgo común cuando nos vemos abocados a la euforia. Si fuesemos capaces de darnos cuenta del aumento de revoluciones a tiempo, es muy posible que pudiéramos frenar el aumento de actividad que conlleva el agarrarse a un globo que uno no sabe nunca donde va a aterrizar. De hecho, dentro de los programas de psicoeducación para el trastorno bipolar se da una importancia especial a la identificación de los síntomas previos como el no dormir lo suficiente, la irritabilidad, no callar ni debajo del agua o hacer amigos hasta en el supermercado.
Si eres capaz de ser consciente de darte cuenta de estos u otros detalles, incluso tú mismo puedes imponerte una rutina para esquivar lo peor. Empezar a relajarte cuando el cuerpo te pide lo contrario, limitar las actividades cuando lo que realmente te apetece es no parar, obligarte a estar solo cuando te gustaría disfrutar de todos tus amigos e incluso de tu suegra, al principio, no es fácil. Sin embargo, creo que si eres capaz de conseguirlo habrás dado un paso de gigante para tu recuperación.
Pensar «no hagas hoy lo que puedas dejar para mañana» es lo más apropiado si tienes la sensación de que no puedes perder el tiempo y debes aprovechar esa energía que empieza a desbordarte. De esta impulsividad quería hablar en esta publicación, porque es una impulsividad que se puede domesticar y mantener a raya por el bien de nuestra salud. Sé tan bien como tú que la euforia es placentera pero también sé que no compensa por los riesgos que implica y de los que hablaré en próximos comentarios.
La impulsividad tiene un origen psicológico y es un mecanismo de reacción automática a una emoción o estado de ánimo. Aprendiendo a reconocer tus propias reacciones puedes llegar a reconducirlas y sacar partido de ellas. No se trata de tratar de anular tus reacciones ni de convertirse en un espantapájaros sin vida, sino de aumentar tu nivel de consciencia. Una de las grandes ventajas de ser más consciente es que nos permitirá tomar mejores decisiones y evitar situaciones que se pueden repetir y corren el riesgo de acabar formando parte de tu personalidad.
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Efectivamente. Estar atentos a los pródomos y evitar alimentarlos, contrarrestarlos en suma, puede evitarnos entrar en una espiral de manía. El ser consciente del proceso, como dices, es vital. Pero si aún así la manía te coge de los pelos, se debe negar por el bien de uno mismo.
En uno de los episodios y en plena manía negué con todas mis fuerzas las "llamadas" a vivirla con más intensidad. Esta negación supuso un punto de inflexión, pues de alguna manera decidí en ese momento no volver a entregarme a los "lascivos brazos de la manía", rehuirla.
No es fácil negar el disfrute, pero al hacerlo se niega también su contrapartida. A fin de cuentas cuanto más alto se sube, más termina uno por hundirse.
Te haré una pregunta: Desde tu experiencia, ¿la manía siempre se ha expresado de una forma similar?.
Mi respuesta al respecto es que desde que renegué de ella, "salió" en otros episodios de distinta manera y jamás con el disfrute de los primeros episodios.
Cuando conocí la manía, los síntomas siempre fueron los mismos y que todos los que la hemos vivido conocemos bien. Seguro que alguna diferencia hubo entre ellas, pero la verdad es que no soy capaz de recordar ninguna. Lo que sí me parece importante, Theoros, es tratar de recordar los episodios después de haber recuperado la estabilidad porque puedes encontrar algunas "claves" que te pueden servir para conocerte mejor a ti mismo y pueden ayudarte a que no se vuelvan a repetir algunas situaciones. En mi caso se repitieron algunas como dos gotas de agua, pero esto he sido capaz de descubrirlo después de haber pasado mucho tiempo y reflexionado sobre muchas cosas. Te recomiendo que lo hagas, puede resultarte muy útil. Lo que no entiendo muy bien es lo que quieres decir con que "salieron de otra manera"...
Cuando digo que "salió de otra manera", pienso en los síntomas sicóticos y en la rápida sucesión en el mismo episodio de un estado de manía a otro de angustia y desolación. A esto se le etiqueta como Tras. Bip. Mixto. Pero como te digo en los primeros episodios no ocurría así, sino que la manía se expresaba en toda su intensidad y esos síntomas sicóticos no aparecían.
En cuanto a las claves de las que hablas, concuerdo contigo. Las hay y su posterior análisis ayudan a entenderse mejor uno mismo.
Un abrazo
Conozco personas que han tenido episodios mixtos y me cuesta mucho trabajo imaginar cómo puede alguien sentirse con unos cambios tan radicales en un mismo día. Supongo que tiene que descolocar mucho emocionalmente y también crear mucha confusión. En cuanto a la psicosis , en cuanto tengas la primera sensación extraña, lo mejor suele ser comentarlo con alguien de tu entorno de mucha confianza para que te ayude a desmantelar las interpretaciones equivocadas. Al más mínimo síntoma es muy conveniente hacerlo porque, como ya sabes, la situación luego es incontrolable. Ójala no vuelvas a vivir ninguna de las dos situaciones, confía siempre en que es posible. Otro abrazo para ti.
Saludos, soy TBII la impulsividad es un prodromo para mí y tengo un día de ciclado rápido, un megainfierno en las minicrisis.
Yo no sé muy bien si antes era impulsivo. Lo que sí recuerdo es que no pensaba mucho en las consecuencias que podían atraer algunas decisiones. Ahora pienso más antes de tomar alguna decisión que pueda afectar mi salud.