Durante los primeros años de ejercicio de mi profesión como ingeniero fui convirtiéndome en una persona insegura día tras día, y año tras año. Demasiadas dificultades para desempeñar mi trabajo, muchas de ellas «patológicas», fueron minando mi autoestima hasta acabar por deprimirme. Digo patológicas porque considero que muchas de ellas se encontraban en un extremo dentro del abánico de las posibilidades. Aunque ahora comprenda muchas de las dificultades y fuera capaz de salvar la mayoría de ellas, estoy muy feliz con mi nueva vida. En los extremos siempre se cultivan los primeros síntomas del trastorno bipolar.

Con el tiempo, fui adquiriendo habilidades pero siempre a un ritmo lento y con demasiados trompicones. Cuando superaba un obstáculo, en forma de debilidad, aparecía otro que también me afectaba pero se hacía más latente al haber desparecido el «primero de la pila». El día que abandoné mi profesión, ya sólo quedaba un obstáculo del que hablaré algún día, pero era lo suficientemente importante como para decidir el abandono. Aquella decisión marcó un antes y un después en mi vida, porque supuso el punto de partida de mi recuperación. Los cambios radicales de vida y de entorno pueden suponer un cambio igual de radical en la salud de quien tiene la valentía de afrontarlos.En mi caso particular, yo no lo afronté con ninguna valentía, porque mi decisión estuvo más motivada por el desgaste y el cansancio de tener que avanzar durante demasiado tiempo contracorriente. Sea cual sea tu situación, si crees que soltando una situación vas a encontrarte mejor, házlo sin pensar.

La inseguridad no era la única carga que tenía que soportar. Nunca pude asumir por mi carácter, la incapacidad para mantener una motivación permanente, la ausencia de sentido y una mediocridad, todas ellas profesionales. También me faltaba la chispa necesaria para vivir con una maleta tan pesada, una chispa que no se encuentra en la Coca-Cola. Demasiados males, y pocos remedios. Los remedios de farmacia, como son llamados en Latinoamérica, apagan fuegos pero a mi no me lograron «reverdecer». La hierba empezó a aparecer sólo después de comenzar una nueva vida, con una nueva rutina y una única idea en mente que pude concluir hace poco más de un año: mi primer libro.

No me extraña que no dejes ningún comentario estos días. Te tiene que gustar mucho escribir para dejar de lado la playa, la terraza, la familia o los amigos 🙂