Una de las cuestiones que no olvido nunca es mantener desde hace mucho tiempo una velocidad de crucero que el tiempo y mi salud han confirmado como mi velocidad. Bien es verdad, que como bipolar, hay ocasiones en las que puedo comprobar en mi propio cuerpo que la he excedido sin darme cuenta. Una noche de mal dormir, por ejemplo, o un pequeño nudo de ansiedad en mi garganta pueden advertirme de los riesgos. Días contados en el año, en los que vuelvo al equilibrio sin dificultades. Conviene que no olvides nunca que tu cuerpo es tu termómetro y siempre avisa de las agresiones en forma de síntomas. El estrés, los excesos y olvidarte de tus límites pueden ser algunas de las agresiones más frecuentes.

He podido comprobar que, con el tiempo, he aprendido a funcionar a dos velocidades. Nada de particular, porque casi todo el mundo puede hacerlo, pero quizás no tan sencillo para quienes tenemos el diagnóstico de trastorno bipolar. No te recomendaría que trataras de hacerlo antes de haber consolidado una estabilidad y un bienestar psicológico de años. Por mil y un motivos, me parece más conveniente funcionar al setenta y cinco por ciento de tus posibilidades como velocidad de crucero habitual. El más evidente es que no sufrirás de «la ansiedad de las prisas», y puede que tampoco sufras del «vértigo de la manía». Hay muchos otros, pero estos dos motivos son más que suficientes para tenerlos muy en cuenta. Puedes tener vocación y habilidades para ser astronauta, pero si no has aprendido a pilotar la nave te servirán de bien poco.

En sentido figurado, hace tiempo decidí dejar el coche y pasarme a la bicicleta. Se disfruta mucho más y se corren menos riesgos. Conozco personas que, tras una grave crisis, han querido continuar con su vida como si nada hubiera sucedido, cuando es del todo imposible. Retomar tu trabajo o tu vida del antes para tratar de olvidar lo que pasó aquellos días inolvidables. Es una opción como otra cualquiera, pero yo no la recomendaría porque no suele dar buenos resultados. Imagina que has sufrido un ataque al corazón y regresas a tu trabajo con la misma rutina que tenías antes del aviso de tu cuerpo. Días de trabajo de catorce horas, seis días por semana. Aeropuertos, reuniones, y tu smartphone como hijo predilecto. Lo puedes hacer, es tu decisión.

En el caso del trastorno bipolar, puedes olvidarte de tu salud si tienes mucha suerte, pero las estadísticas están en tu contra. Si eres bipolar y la vida te ha frenado no te despistes. Es una señal más que importante, un aviso vital de que algo tendrás que cambiar.

Si quieres dejar un comentario sobre tu velocidad óptima, aprenderemos de ti 🙂