El otro día leí en un comentario de las redes sociales algo que vi hace tiempo en una página web y no sé si me hizo gracia o me dio ganas de llorar. Hablaba de neurotransmisores averiaditos, como si el trastorno bipolar tuviera algo que ver con una avería de una máquina. Comparar el cuerpo y una máquina es siempre una tentacíón – y más para la ciencia – porque sólo aquello que se puede categorizar, observar y medir resulta asumido finalmente como una verdad científica. En realidad, no tengo ni idea de quién pone en circulación este tipo de mensajes pero dudo mucho de que reflejen ninguna verdad.

Cuando los estados de ánimo de una persona exceden los límites de lo que puede considerarse «sano» necesitamos buscar explicaciones para poner remedios. Todo ello muy entendible teniendo en cuenta las graves consecuencias que pueden derivarse de las crisis maníacas o de las depresiones tales como el deterioro general de la salud, las consecuencias psicosociales, familiares o laborales. Lo que no acabo de comprender es que se hable de los mecanismos que regulan nuestro estado del ánimo como causa determinista del trastorno bipolar. Escribo desde una cierta ignorancia, pero se me ocurren tantas variables que afectan el estado de ánimo y circunstancias vitales tan extremas -o subjetivamente difíciles- que simplificar tanto me parece muy perjudicial.  La neuroplasticidad y la epigenética afirman que lo que está fuera de la máquina influye en la máquina. No voy a escribir aquí sobre las causas del trastorno bipolar porque ya las tomé prestadas de una fuente oficial en un comentario reciente.

El problema de atribuir en la práctica a una única causa una enfermedad considerada como crónica es doble. Por un lado, las personas afectadas se pueden sentir impotentes y pueden llegar a pensar que no tienen ningún control sobre la enfermedad. Muchos comentarios de personas que sufren el trastorno bipolar me transmiten esta sensación tan triste y que puede provocar la pasividad, el mayor de los males. Como si uno mismo pensara que sus neurotransmisores fuesen algo así como una manifestación de señores con sombrero que se despiertan con uno por la mañana y empiezan el día con ganas de Ibiza o de cama sin contar con nada ni nadie. Estos señores se alegran o entristecen con la luz del sol, el sexo, la tranquilidad o el ruido del mar, la música dance o la ópera, la sonrisa de tu vecin@, las palabras de tu jefe, el placer de una tortilla de patatas o tus propios pensamientos. Por otro lado, si se desconocen las causas no entiendo porqué se habla tanto de las causas. Más coherente me parece decir: «No sabemos lo suficiente de momento». Entiendo que se considere crónico un problema de salud grave- como puede llegar a serlo el trastorno bipolar- si no se conocen las causas pero sí se conocen algunas posibles consecuencias, todas ellas muy tristes o incluso dramáticas.

¿Dónde está lo positivo de este comentario?
En el final. Todo depende más de ti de lo que pueda parecer en un principio. Sobre todo si cuentas con la ayuda de un buen médico y de un mejor psicólogo. Dicho sea de paso, dos recursos necesarios e imprescindibles para recuperar la salud en un tiempo razonable.

El próximo comentario será más práctico aunque creo que éste también lo es. Una vez más te animo a dejar tu comentario con tu experiencia, la mía quizás no sea muy representativa y este blog se enriquecerá con la variedad 🙂