No hay nada como un buen postre después de una buena comida. Si además lo ponen así de bonito, mejor.

 
El tratamiento del trastorno bipolar es, sobre todo, farmacológico. La mayoría de los psiquiatras trabajan desde esta perspectiva, yo tuve la fortuna de encontrar uno que no. Hace años tomaba de todo, y no me sentía nada bien. Hoy en día tomo casi nada para dormir y de vez en cuando. Y me siento muy bien. Tengo dolor crónico, y en la cama siento el dolor más que en movimiento. Hasta que me tengo que sentar porque me duelen los pies y las piernas.
 
La historia resumida de la farmacología para el trastorno bipolar empieza con John Cade, quien descubrió los efectos beneficiosos del litio en 1949. Ha llovido mucho desde entonces y sigue siendo el tratamiento de preferencia en muchos casos. Más de medio siglo y la ciencia avanza a su ritmo. También hay otros fármacos eutimizantes y puedes leer su historia.
 
Aunque este es un post de ciencia, ahora voy a ser fiel a su título. El tratamiento farmacológico puede ser imprescindible. En determinados momentos, vital. A largo plazo no es ninguna solución. De hecho, conozco muchas personas muy medicadas que no se sienten bien. Muchos psiquiatras piensan que la mayoría de los males se deben al abandono del tratamiento. A las personas que se sienten bien, no las conozco porque no vienen a la asociación Esperanza Bipolar. A los que vienen, les faltaba de todo, menos pastillas. Los que dejan de venir con el tiempo, no lo hacen por las pastillas que toman o dejan de tomar.