Este fin de semana lo hemos pasado muy bien con unos amigos. Nunca fui una persona de tener muchos amigos y ahora no me faltan. La mayoría de mis nuevos buenos amigos son bipolares y es uno de los grandes premios de dedicarme a lo que me dedico. En mi último cumpleaños invité a algunos a mi casa y lo pasamos genial. El mes que viene, repetiré.
 
Antes solía tomarme a mal cuando algún amigo me fallaba. Ahora no te voy a decir que me da igual, pero casi. Aprendí que cuando alguien no quiere compartir tu tiempo contigo es por algo y que hay que respetarlo. No soy una persona para todos los gustos, ni mucho menos. Así que nunca más insisto con las personas que veo que no se sienten atraídas por mí, aunque yo antes sí me haya sentido atraídas por ellas. Cuanto menos me molesta, más amigos tengo. No creo que tenga mucho que ver. O sí, quién sabe.
 
Me encanta el arte y el sábado estuvimos viendo la exposición de un pintor que me gusta. Me gusta observar los cuadros sin juzgarlos. Es un momento mágico que me hace disfrutar de una manera muy especial. Con el tiempo me he dado cuenta de que hay muchas más cosas que me gustan que cosas que me disgustan. Me bastó con quitarme de encima aquellas que me disgustaban para empezar a sentirme mejor. De eso, hace ya más de diez años. Tuve que descubrir nuevas fuentes de placer cuando mi vida me llevaba de depresión en depresión, y ahora me he convertido en un disfrutón. De la mañana a la noche, de lunes a domingo. 
 
Ten en cuenta que lo que te gustaba de adolescente, es muy posible que te siga gustando. Quizás simplemente lo hayas abandonado y hayas perdido una posibilidad importante de sentirte bien. En mi caso, yo tenía la música. No hay un sólo día de mi vida que pase sin escuchar música. Piensa en tus favoritos y añade a tu vida tantos como puedas. Como en tu navegador. Si todavía no tienes este blog, puedes añadirle ahora mismo. Te acompañaré por aquí durante el tiempo que quieras.