Mi recuperación del trastorno bipolar comenzó haciendo frente a un problema. Sabía que todos los males venían de mi profesión y corté con mi profesión.

Ahora que me conozco mejor, de mi principal problema colgaban todos los demás. Me cuesta mantener la motivación. Cuando me dedico a algo durante un tiempo acabo por perder gasolina y eso me acompañará toda mi vida. Por suerte, encontré algo que todavía me mueve, aunque no como antes. La verdad es que mi salud física tampoco da para mucho. He acabado por entregarme a una rutina que me funciona para vivir y me agarro a ella.

Los libros tiraron de mí durante muchos años. Diez exactamente. El hambre de conocimiento tiró de mí durante más tiempo. Quince años. Sin motivación puedes caer en una depresión. Así que da igual lo que tire de ti, el caso es que tire.

Recuerdo en que hubo un momento en que pensé que me dedicaría a escribir libros de por vida. Tenía mejor salud y menos dolor. Necesitaba menos estar en movimiento que ahora. Cada día me duelen más cosas y las noches son duras. Con atender Esperanza Bipolar tengo más que suficiente y no sé hasta cuándo podré hacerlo. Cada día siento menos la necesidad y eso ayuda. Tuve que recurrir a algunos trucos. Me dosifiqué para no quemar lo que fue una pasión, y para evitar quemarme a lo bonzo con mi pasión. Lo que fue una pasión acabó siendo una vocación. Lo que fue una vocación, ahora es algo importante en mi vida. Por suerte, tengo otras cosas importantes que la equilibran.

«Identificar tu problema principal puede ayudarte. Solucionarlo requiere de imaginación. Yo imaginé una vez y así comenzó todo. Después no he dejado de imaginar, pero cada vez lo hago menos. Identicar a qué eres vulnerable es importante. Solemos ser vulnerables a lo que necesitamos. Piensa en lo que más necesitas»