La espuma del mar en la orilla es una de mis ilusiones por vivir. Hoy me voy a dar un paseo para disfrutarla aunque el agua esté helada.

Hace tiempo llegué al extremo de perder la ilusión por vivir. Conozco muchas personas que viven sin grandes ilusiones y parecen felices. También conozco algunos bipolares que perdieron la ilusión por el camino y ya han empezado a recuperarla. Otros que siguen sufriendo por este motivo u otros muy diferentes. Tengo la sensación de que yo mismo, sin ilusión, estaría malviviendo otra vez.

Aunque haya aprendido a disfrutar de la vida porque hace casi ocho años estuve a punto de perderla, siento haber tenido que sufrir tanto para aprender una lección tan importante. Una explosión de madrugada hizo desaparecer mi mundo para despertar en un planeta de horror donde ya nada era como lo dejé al apagar la luz de nuestra habitación. Desperté a una pesadilla con una pesadilla aún mayor que duró casi dos años. Perdí a mi mujer y encontré mi propio cuerpo y el de mis hijos envuelto en cicatrices, heridas e injertos. Mi mujer y madre de mis dos hijos, a quien amé desde los dieciocho años y hasta el mismo momento en que se fue para siempre. Desperté de un coma inducido en una habitación de cristal días después de que ella abandonara una habitación de cristal contigua sin haber tenido la oportunidad de despedirnos.

Cumplí los cuarenta en silla de ruedas con la ilusión de un niño y me enamoré de nuevo como un adolescente para volver a perder el amor. Conocí a una mujer maravillosa, me volví a casar y me volví a enamorar. Todo por este orden; un orden menos frecuente que seguramente te llamará la atención.

Los motivos de mi felicidad son muchos y de lo más variados. Ver crecer a mis hijos sanos y felices, disfrutar de una familia que se quiere por encima de todo y de la vida que es mucho más que un regalo. Pasear todos los días con dolor sin apenas sentirlo porque el mundo que mis ojos me regala compensa todo lo sufrido, el dolor que me queda por vivir y mucho más. Las sonrisas de mis hijos, las palabras de las personas a quienes quiero y el rumor de las olas. La música, los libros y aprender. Enseñar y seguir aprendiendo. Cocinar y comer. Invitar y ser invitado. Imaginar y crear. Crear imaginando. Vivir la vida a tope con el pie en el freno. Volar sin levantar los pies del sueño. Sacar chispas a lo que tengo porque lo que ya no tengo, ni tendré, ni lo veo. Regalar lo que disfruto porque hacerlo me permite disfrutar el doble. Como las palabras de hoy, un regalo envuelto en lágrimas de dolor y felicidad.