Ya casi nadie habla de las redes sociales con cuerpo. Facebook, Twitter, Instagram o futuras redes sociales digitales, ocupan la telaraña sin araña de internet y una buena parte de nuestras cabezas. Las redes sociales con cuerpo son aquellas que tienen cabeza, tronco y extremidades. Respiran, miran, gustan o disgustan. Llevan corbata, vaqueros, camiseta o bufanda. Personas que nos atraen y enamoran. También las que nos provocan rechazo o desprecio.

Las consecuencias de algunos patrones de la biología del trastorno bipolar pueden dificultar las relaciones con los demás y complicarte mucho la vida. En este sentido, yo no tuve grandes problemas porque no nací con el interruptor flojo: el interruptor que enciende el enfado o la ira. Para su mala fortuna, mi padre no podría decir lo mismo. Me sobraron motivos para haber reaccionado contra él y no lo hice ni lo haré nunca porque nadie es culpable de ser como es. Además, en el fondo mi padre es un buen hombre. Ha pasado los ochenta calendarios. El otro día me preguntó, con el corazón, qué tal estaba. Me hizo sentir algo que nunca había sentido y no lo olvidaré nunca. La cercanía del final de la vida es el mejor maestro. A mi me llegó sin haber cumplido los cuarenta.
Si sufres la enfermedad o la padeces, lo mejor que puedes hacer es mejorar tu relación con los demás. Dicho así parece una tontería más escrita en todos los idiomas. Una de tantas que puede costar una vida aprender. Apreciar a los iguales no tiene misterios. Aceptar al diferente requiere de magia. Pequeños trucos que tendrás que aprender sobre la marcha, como todas las lecciones que necesitamos en esta vida para convertirla en una oportunidad. La asociación Esperanza Bipolar de Bilbao es la mejor escuela que he encontrado. Y me siento especialmente bien por haber sido quien puso el primer ladrillo.