Sentí que tenía todo con la primera mujer de mi vida. Volví a sentir que tenía todo con la segunda. En el intermedio sufrí con el trastorno bipolar. Siempre he perseguido lo que he necesitado.

Quererlo todo es arriesgado pero conformista no nací. Es una lotería que casi nunca toca. Con el tiempo descubrí lo que necesitaba. Quise mucho cosas que no necesitaba nada y las perseguí como un loco. Así acabé: loco. He tenido la suerte de descubrir lo que es para mí y lo que no. Dónde me siento a gusto y dónde no. A quién entregarme y a quién no. La decepción me ha enseñado mucho y he aprendido a escucharla. La decepción profunda se convirtió en daño y me dejó una cicatriz profunda. Sin embargo, no tuve ni tengo miedo. Me encanta querer y no voy a renunciar a querer. No puedo vivir sin dar amor. Lo bueno de quererlo todo es que así no paro. Y lo más probable es que volveré a perder, algo que no sé hacer todavía muy bien.

«Cuando me faltaba motivación donde estaba sufría. Cuando encontré la motivación empecé a disfrutar. Cuando desconocía lo que necesitaba estaba perdido. Cuando me dejé llevar descubrí lo que realmente necesitaba. Si no te sientes bien, déjate llevar. No te impongas nada y no te juzgues. La única regla que sigo es: «No hagas daño, Alberto»