No es fácil ser flexible. Con trastorno bipolar conviene ser flexible. Yo ahora soy más flexible que antes pero tampoco soy un junco. En general, he ganado en flexibilidad.
Desde un principio quise demostrarme a mí mismo que se podía. Hice de todo para conseguirlo pero también corrí riesgos. Ahora que estoy en otro punto creo que es bueno no ser inflexible en ningún sentido con la enfermedad. Cuanto más seas capaz de cambiar de opinión respecto a algunas cuestiones mejor para ti. Pensar que las cosas son así y que las personas son así está bien, pero hasta cierto punto. Para ver las cosas de una manera diferente hay que pensar mucho y observar más. Yo he hecho las dos cosas durante mucho tiempo. Ya no estoy del todo seguro de casi nada y estoy bastante seguro de muchas cosas. La vida me ha enseñado que todo puede pasar de un momento a otro, incluso aquello que nunca imaginaste. Y lo que imaginaste es muy posible que no pase nunca.
La imaginación es un enemigo o un aliado. La memoria puede ser también un enemigo o un aliado. A qué prestas atención, lo mismo. Todo depende de lo que mires y cómo lo mires. Cada día me agarro menos a las certezas aunque tenga muchas que me han favorecido últimamente. La cuestión es no dejar de mirar. Cuando sufrí la depresión no sabía lo que tenía dentro y dejé de ver lo que había fuera. Hace tiempo que sé lo que tengo dentro y me preocupo de seguir mirando fuera. Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Yo creo que el que no mira dentro es todavía peor porque nunca cambia la mirada.
«Si estás demasiado anclado a las ideas no podrás tener buena vida si vienen mal dadas. Si estás demasiado segura de cosas que son al revés, sufrirás mucho. Si sólo juzgas lo que ves fuera y no ejerces la autocrítica puede que acabes sufriendo la soledad. Yo intento no caer en estas trampas y si caigo vuelvo a empezar»