El otro día leyendo ciencia me di cuenta de algo importante. Mi cambio más importante ha sido mucho más vital que profesional. Antes me resultaba muy difícil disfrutar con mi trabajo. Y lo que es peor: con casi treinta años no era capaz de ver un futuro diferente. 

Ahora la situación es precisamente la contraria. Disfruto con todo lo que hago y con una sensación de facilidad desconocida para mí durante muchos años. Además, no creo que tenga grandes problemas en construirme un futuro para poder seguir disfrutando. Nunca se sabe, pero la sensación es muy positiva y el tiempo corre a mi favor. Una de las muchas diferencias que me distinguen de otras personas tiene mucho que ver con la bipolaridad. Si no disfrutara con lo que hago, tendería a apagarme. La explicación tiene nombre de señorita antigua: Dopamina.
La mayoría de las cosas importantes que más pueden cambiarnos la vida surgen por casualidad. Muchas casualidades se han alineado conmigo en los últimos años y lo único que hago es compartir mi buena suerte contigo en este sentido. De la mala suerte prefiero no acordarme. En realidad, ella tiende al olvido sin ningún esfuerzo.