Tengo la sensación de que llegué a un tope de conocimiento respecto al trastorno bipolar. Ocho años y nunca antes había tenido esa sensación. Hasta a mí me extraña. Me encanta aprender y no suelo parar hasta llegar al fondo de las cosas. Ya no sufro ni padezco el trastorno bipolar y mi miniciencia ha dado sus resultados. 

He seguido el método científico que puede estar al alcance de una persona cualquiera que ama aprender. También tengo que agradecer a los científicos su conocimiento porque ellos son los que han confirmado muchas de mis intuiciones y me han permitido construir sobre lo que ellos reconocen como válido. Aunque los descubrimientos más importantes son propios, sin su ayuda no hubiera podido llegar. Ahora toca vivir, y seguiré aprendiendo con cuentagotas.

El otro día una mujer me decía en las redes sociales que no hay bipolar estándar. Me hizo gracia la palabra y me he dado cuenta de que muchos piensan que no puede haber algo útil para casi toda la población bipolar. Nadie cuestiona que el zumo de naranja es bueno para casi todos, ni el trabajo, ni el amor. Si te fijas en la playa tampoco hay cuerpos estándar y, sin embargo, hay toneladas de conocimiento  para que las personas adelgacen, o su peso se acerque a lo que la ciencia reconoce como saludable. 
Tengo en mente mi ocupación de los próximos dos años. Si todo sale bien también la de los próximos cuatro, y si mi salud me lo permite, de los veinticinco siguientes que espero alcanzar todavía activo intelectualmente. Siento que el comentario de hoy sea tan poco útil a efectos prácticos. Estoy resfriado y me ha costado un poco ponerme a escribir. Espero recuperarme y te prometo pensar en ti al escribir mi próximo comentario.