He mejorado la relación con uno de mis hermanos muchísimo. No tuve grandes problemas con él, pero alguna vez cuajé cosas que me hicieron explotar.

Trabajamos juntos durante años y no tuvimos problemas. Respetábamos el espacio del otro: algo muy importante que muchos adultos no saben hacer. Sin embargo, somos muy diferentes y eso hace difíciles las relaciones. La última vez le dejé claro lo que yo sentía y aquel día marcó un antes y un después. Yo no pretendo cambiarle, pero necesitaba que se diera cuenta de algunas cosas. Primero tomé decisiones personales en contra de sus preferencias. Yo llevaba aceptando mucho tiempo sus decisiones y para mí la situación era inaguantable. El problema surge cuando hay cosas que afectan a dos y no hay acuerdo. Ahí es donde saltaban mis chispas. Al final, cambié mi actitud hacia él, y él cambió su actitud hacia mí.

«Algunas reacciones asociadas a la bipolaridad dificultan las relaciones. Uno de ellos hace más difícil evitar los conflictos. Si tienes un conflicto con alguna persona de tu familia, todavía es más complicado resolverlo. Para llegar al punto en que me encuentro tuve que tragar mucho y explotar alguna vez para acabar aceptando algunas cosas. Lo difícil es encontrar el punto hasta donde puedes aceptar o no. Es un proceso duro pero merece la pena.»