Una llamada de teléfono hoy me obliga a escribir este comentario. El trastorno bipolar, como condición, es para toda la vida. Como enfermedad puede no serlo. Intentaré explicar mejor el porqué.

Todas las enfermedades dependen de muchos factores que se conocen, y otros que se desconocen. En el caso de las enfermedades mentales, el conocimiento es muy limitado. El que una persona deje de sufrir una enfermedad, no es tan importante. Ni, muchos menos, suficiente para llegar a una conclusión equivocada: «la enfermedad no es crónica». La excepción nunca puede confirmar una regla. En el mejor de los casos, puede servir de ejemplo a otros.

En la asociación, un día alguien dijo que su psiquiatra le había comentado que una persona es bipolar o no lo es. No siempre estoy de acuerdo con los médicos, esta vez sí. Siempre y cuando uno no sea un falso positivo, es decir, esté mal diagnosticado. Yo soy bipolar, y hoy no sufro la enfermedad. Ni estoy curado, ni estoy enfermo. Hago la vida que hago porque sé que mi naturaleza es bipolar. Siento que estoy superando el trastorno bipolar, y así seguiré toda mi vida. Superándola. Es la actitud más inteligente si no quieres volver a caer. Luchar contra ella como si fuese un enemigo invisible desgasta y no lleva a ninguna parte. 
En el peor de los casos, sí. Puede llevarte a una conclusión equivocada. Creer que has vencido una batalla donde el vencedor y el vencido son la misma persona: tú.