No me interesa mucho la política y creo que cada vez menos. Y no es que piense que sea inútil. Como otras muchas cosas creo que es un pequeño bien necesario. Puede que te preguntes qué tiene que ver el comentario de hoy con el trastorno bipolar. Puede que para ti nada, o puede que para ti mucho.

Tengo intención de escribir sobre temas que no he escrito nunca, al menos, una vez. Me parece que es bueno que todo lo que nos influye quede reflejado en este blog, porque no es más que un espejo que me refleja. Y aprovecho como siempre la corriente subterránea para acabar hablando del trastorno bipolar. La política nunca me ha parecido algo muy importante y me alegro por ello. Es una gran ventaja para poder ver el circo desde la grada.
Mañana no voy a votar. Cuando no veo algo claro prefiero no hacerlo. Y ahora ya no estoy hablando de política. Si creo que algo no es importante no le presto mucha atención. Hay cosas que me dolerían si dejara que me atravesaran como le pasa a cualquiera. Y aunque me considero una persona sensible, intento que pasen de largo porque he aprendido a sufrir solamente con las cosas que me tocan muy en el fondo. Las demás me rozan.
La política hace cosquillas a la realidad. Y la realidad se ríe mientras nosotros lloramos.