Hace veinte años estaba muy jodido. Hace quince me faltaba ilusión. Después encontré mi pasión y pude mantenerla. Lo que más me ha ayudado ha sido alejarme de lo que no tenía sabor para mí.

Cuando miro hacia atrás veo un proceso largo con un giro importante. Dejar mi profesión y encontrar algo nuevo muy estimulante fue clave. La vida me golpeó duro varias veces y pude ponerme de pie una y otra vez. En mis relaciones también he conseguido pulirme. Primero aprendí a mostrarme como soy sin ocultarme. Después aprendí a aceptar a las personas que son muy diferentes e incluso aprendí a comprenderlas. Lo logré gracias a los libros que me han mostrado lo más profundo de la naturaleza humana. Quise aprenderlo «todo» para ayudarme y también ayudar mejor a las personas con trastorno bipolar. Fui perdiendo todo tipo de miedos. Al final, logré ayudar a muchos, y en los momentos más difíciles a Aitor, a mis hijos, a Jorge, a Juanma, a mi hermano, a don José, a Isabel, y a mi madre. Quizás el secreto sea simple: me gusta ayudar. Ayudando disfruto.

«Si encuentras lo que te hace disfrutar tienes a tu alcance el éxito de ser feliz. La garantía de ser feliz tiene que ver con tus relaciones con los demás. Sufrir no es opcional, es obligado. Poner límites a tu sufrimiento también lo es, tomando las decisiones que necesites cuando tu sufrimiento se alargue. No hay nada gratis. Para ganar también hay que perder»