Hace veinte años, necesitaba desesperadamente salir de una situación que me ahogaba. Como vía de escape, estaba obsesionado con dejar un trabajo para montar una empresa o un negocio. No me sentía capaz y quería demostrarme mi valía. La idea era muy recurrente y no era consciente de que me había envenenado con ella de una manera excesiva. Debido a una situación puntual, llegué a la conclusión de que era capaz de cualquier cosa y mi cabeza salió volando.

Me sentía tan bien que no necesitaba dormir y las ilusiones de futuro eran imparables. Fue la primera vez que sentí la euforia de la manía. Ser consciente de lo que me hacía tanto daño, me ha permitido la recuperación. Con el tiempo, fui identificando otros riesgos y pude atajarlos. Hoy es el día en que ya no siento ningún riesgo porque no tengo ninguna sensación de alarma.

Aunque tu experiencia puede haber sido muy diferente, piensa en lo que puede tener en común. Si escribes aquí tu comentario, puede que ayudes a otros a conocerse mejor y comprender lo que les pasó. Aunque no es un proceso fácil ni rápido, la remisión es posible. Es el motivo por el que sigo dedicándome a Esperanza Bipolar. Gracias por escribir.