La primera vez que me deprimí tenía treinta años. Llevaba cinco intentando hacer mi trabajo sin sentirme a gusto. Llegué a programar sin gustarme la programación sólo para estar ocupado.

Me costaba mucho aprender algunas cosas que consideraba necesarias para dirigir y mantener una empresa. Nunca me sentí cómodo siendo responsable del trabajo de otros. Sentía que tenía que presionar para que los demás cumplieran. Cuando no sabes qué hacer o tienes miedo, la mente se obsesiona o se evade. En mi caso, mi obsesión era no saber qué hacer con mi futuro. Además tenía miedo de permanecer donde estaba porque no me sentía capaz de ser responsable de cincuenta personas. El estrés permanente acaba en depresión en muchos casos. Lo que el cuerpo no admite, acaba por expresarlo la mente.

«A veces, una persona se deprime por estar donde está o estar con quien está. En la salud mental, lo más importante está en lo que te rodea. Si sales de donde te encuentras, o abandonas con quien estás, podrás comprobar dónde pesan más tus problemas. No es tan sencillo hacerlo porque estamos hechos para no cambiar. Si no haces el «click» de abrirte a la incertidumbre, será imposible»