Una persona que sufrió la enfermedad y ha aprendido a no volver a sufrirla. Una persona que tuvo la suerte de encontrar a un médico que trabaja de una manera diferente y cambia la vida de muchas de las personas a las que atiende. También una persona que estuvo a punto de perder la vida hace ocho años y que no olvidará nunca el horror de aquella experiencia. Y que, como muchos otros, gracias a ella aprendió a valorar la vida de una manera especial. Una persona que vive con dolor crónico y disfruta de la vida todos los días.

 

Si alguna vez te has preguntado en la vida quién eres o qué haces aquí, has estado al otro lado de la vida sin estar muerto. Son el tipo de preguntas estúpidas que uno se hace cuando sufre hasta el extremo. Yo también estuve allí. Y sigo viendo a personas que se encuentran todavía donde uno no siente y sólo piensa. Quien piensa en exceso, ni vive ni siente. Así todo, todavía no dejan de sorprenderme los cambios que experimentan quienes vienen a la asociación. El otro día, una persona a quien aprecio, me dijo que estaba impartiendo clases de alemán y asistiendo a clases de dibujo. Cuando le conocí, hace siete años, daba pena verle. Vivir para ver. La enfermedad, en general, no está bien tratada. 
 
El vivir para ver puede transformarse en vivir para ser. No eres quien piensas que eres. Lo que traías de fábrica y todo lo que has vivido, te ha hecho tal y como eres. Tímida, con carácter o solitaria. Hiperactivo, chispeante o cachondo. He conocido personas con trastorno bipolar de todos los colores y sabores. La mayoría, personas maravillosas: agradecidas, sensibles. cariñosas y honestas. Generosas muchas de ellas. Y todas con muchas posibilidades de sentirse todavía mejor. Yo estoy en un momento en el que sólo puedo perder :))