Cuando uno empieza a sentirse mejor después de recuperarse de la muerte en vida, lo habitual es que comience a poner piedra sobre piedra lentamente o, los menos, volver a su vida como si nada hubiera pasado. He conocido personas que han pasado por distintos procesos, no todos con la misma suerte. Después de pensar en ellos, me he dado cuenta de que tu entorno puede influir en tu bienestar tanto o más que lo que tú hagas por ti mismo. En otros casos, puede perjudicarte tanto que sea más un obstáculo que una ayuda, incluso pretendiendo cuidar de ti o actuando «por tu bien». Cuando alguien pretende hacer algo por mi bien, me hecho a temblar. Resulta tan difícil saber cómo poder ayudar a los demás que, en la práctica, hay realmente pocas personas que pueden servirme de apoyo. Con la mejor de las intenciones, muchos no son capaces de comprender a la persona que somos y toman unas precauciones excesivas que frenan nuestra vida.
De todas formas, me siento muy afortunado por contar con personas que me comprenden y respetan. Sé que no todos tienen la misma suerte y, por este motivo, escribo este comentario. Si has comenzado a andar y alguien te quita las muletas pensando que vas a salir volando, ten mucha precaución. A veces, dar demasiadas explicaciones cuando nadie te las pide es contraproducente. Si estás despertando no hagas mucho ruido para no despertar a los demás. El miedo en los demás puede ser, además de infundado, paralizante si alguien lo traslada a tu vida. Tomar tus propias precauciones resulta más útil que tener que depender de lo que los demás piensen sobre ti. Nadie mejor que tú mismo, si te sientes realmente bien, puede saber lo que te conviene. Sentirse bien no es sentirse equilibrado ni estable. Sentirse bien es otra cosa muy diferente que reconocerás perfectamente porque es una sensación que no se olvida. Todos nos hemos sentido bien alguna vez. LLevo sintiéndome bien tres años, y sé que es posible. Para llegar hasta aquí, se necesitan muchos recursos y un entorno que te ayude y no sea un freno o un jarro de agua fría en un cuerpo que ha comenzado a sentir el calor. Este blog no es más que un recurso que pongo a tu disposición desde hace tiempo. Si eres capaz de trasladar a tu vida algunos de mis comentarios, tu vida puede cambiar a mejor. Suponiendo que no lo haya hecho ya.
Contar lo que haces a todo el mundo no siempre ayuda. Contar lo que haces a quienes pueden ayudarte ayuda siempre. Descubrir quiénes son estos últimos puede cambiar tu vida. De hecho, ellos pueden hacer tanto por ti que pueden resultar imprescindibles para tu bienestar. Tener en cuenta lo que ellos puedan llegar a ver, y tú no, es un cinturón de seguridad que no aprieta. A pesar de que yo no crea ya necesitarlo, lo acepto de buen gusto 🙂