Antes de sentirme tan bien como ahora, intenté levantar con la imaginación un gran castillo en el aire cuando no tenía brazos. Hacerlo me provocó una manía y un brote psicótico. Cuando por sorpresa sentí que era capaz de hacer cualquier cosa acabé en el psiquiátrico. Fue como sentir que podía conquistar el mundo después de muchos años sintiéndome un inútil: una auténtica locura. Desde que me dedico a construir castillos no me ha vuelto a ocurrir. Aunque estuve a punto de sufrir otro brote psicótico, el motivo fue muy diferente.

En el momento en que salí de donde estaba y empecé a hacer otras cosas, los síntomas del trastorno bipolar comenzaron a desaparecer y gané mucha tranquilidad. Seguí una regla de oro que no me salté en ningún momento: «no voy a poner en riesgo mi salud por culpa del estrés nunca más».

Sin embargo, dedicándome a los demás volví a sufrir de estrés varias veces. Una vez, me eché atrás después de haber tomado una decisión porque no pude dormir bien y sentí que no estaba preparado. Otras veces sufrí estrés en algunas situaciones puntuales pero pude manejarlo. Desde hace dos años, no sé lo que es el estrés y me siento más libre que nunca para hacer lo que quiera.