La primera vez sí, o incluso la segunda. La tercera ya no.

Claro que sí. Vivimos todos en el mismo planeta. Y claro que no. Las calles tienen dos aceras. Y aunque podemos saludar, también podemos decir adiós.

El otro día me encontré una persona por tercera vez y en la segunda decidí que no habría una tercera como la segunda.

La primera vez estuve escuchando sus penas bastante tiempo. Algo que me supone estar de pie, parado, y con dolor. A veces, ser educado no es bueno para uno. La segunda, después de escuchar otra vez más de lo mismo me dijo:
-«Bueno… los creativos en Estados Unidos también van así…» -señalando mis sandalias.

Primer aviso. A continuación vino lo mejor (peor).
-«¿Entonces qué? ¿Pipa no?» – me dijo con una sonrisa.

Aquí ya me cortocircuité. Cuando alguien ve a una persona con unos auriculares colgados al cuello se confunde. Quizás mi sonrisa desconcierte. No pienso dejar de sonreír.

Recuerdo que, hace tiempo, cuando yo iba en bicicleta una persona me dijo:
-«¡Qué deportista!»  -no iba andando porque no llegaba a la panadería de la esquina-

Un tiempo después, cuando me daba un masaje a la semana para aliviar el dolor, hubo quien me dijo:
-«Tú que tienes tiempo…»-y dolor-

Cuando me casé hace dos años en sandalias alguien me dijo:
-«¡Qué moderno!» -toda mi vida llevé zapatos como casi todo el mundo que tiene pies y zapatos-

Darme cuenta de que los demás ven por un agujero del tamaño de una moneda, a veces, era desesperante. Pero ya no. Se acabó. Me da exactamente lo mismo lo que la gente piense o deje de pensar. Hay quien juzga con una simple sonrisa, y quien lo hace con una simple mirada. Quien lo hace con una pregunta y quien lo hace con un tono  de voz. A mi ya me da la risa. Con mi salud, muchos estarían en casa viendo la televisión. Otros estarían haciendo otras cosas. Otros muchos estarían deprimidos. Quienes trabajan me alegro por ellos. Yo no les juzgo.

Quien no tiene que darme ningún ejemplo que se ahorre su tiempo conmigo. El que tenga alguna duda, que busque en google trastorno bipolar y dolor neuropático crónico. Mi trabajo es tener que llevar una vida con unos hábitos muy saludables para sentirme bien. Así soy feliz y hago felices a quienes quiero.