Antes hacía las cosas más en automático. Y muchas veces me complicaba la vida yo solo. Ahora me da la sensación de que he aprendido a distinguir mejor cuándo actuar y cúando no.
No sé cómo lo he logrado. Me imagino que me ha ayudado ser una persona reflexiva. He pensado a menudo en lo que hago y por qué lo hago, o en cuáles pueden ser las consecuencias antes de decidirme a hacer algo. Me he dejado llevar pero también he valorado las consecuencias antes de hacer un cambio para continuar o dar un giro. Cuando sufría de estrés o algo se me hacía bola paraba y pensaba. Descansaba y retomaba de la misma manera o haciendo algún pequeño cambio. Otras veces tuve que abandonar porque no podía enfrentarme a algo. Desde que no sufro de estrés, hago todo lo que quiero y como quiero hacerlo.
Mi sensación es que tengo más control sobre mi voluntad. Nunca fui muy impulsivo pero en situaciones límites me ganaba la impulsividad. De esta forma, hice daño a otros o tomé decisiones equivocadas. También me metí en charcos en los que pude ahogarme. Por suerte, no pasó. Ahora distingo mejor los charcos y su profundidad antes de dar un paso. Me ha costado cincuenta y siete años aprender algo tan aparentemente simple pero quizás esté en un nivel que pocos pueden alcanzar.
Me he derretido las neuronas muchas veces pensando. He puesto mi inteligencia siempre al servicio de mi salud y al servicio de la salud de los demás siempre que he podido. Este blog sobre el trastorno bipolar es parte de mi servicio. No necesito escribir para mí. Lo sé porque ya no siento la necesidad. La palabra necesidad con trastorno bipolar es clave y la retomaré en el próximo post.
«Mi vida ha girado en los últimos años alrededor de mis necesidades. Ahora es ligeramente diferente. Mis necesidades son muchas menos y tiran con mucha menos fuerza. La mejor señal de que estoy en una situación muy favorable respecto a la enfermedad. Menos impulsividad y más consciencia. Así me siento y es la mejor sensación que he tenido nunca»