Llevo todo el día haciendo cosas que no me gusta hacer y sigo vivo. Menos mal que no son muchos los días de esfuerzo porque mi vida no sería como es y no me sentiría como me siento.
Al filo de lo imposible es el título porque hacer cosas que requieren mucho esfuerzo con trastorno bipolar no es fácil. Aunque todo se entrena, los límites existen. Lo que más me ha sorprendido es que fue mucho peor pensar en las cosas por hacer que hacerlas. Aunque no tengo muchas obligaciones externas, sí tengo muchas obligaciones internas. Hay cosas que hago por placer y otras por sentido de responsabilidad. También hago cosas porque quiero hacerlas aunque no sean estimulantes. Tengo la voluntad suficiente para hacerlas y las hago.
Pasé muchos años haciendo cosas porque se supone que eran las que tenía que hacer. Malos recuerdos. Después pasé mucho tiempo haciendo cosas que me daban placer y me estimulaban bastante. Ahora hago todo sin sentir que es estimulante aunque no sienta aburrimiento. El placer intelectual me impulsó durante mucho tiempo y fue el que me llevó tan lejos en conocimiento. Cuando toqué techo dejé de darle a las neuronas y me relajé mucho. En un mes, sentí un antes y un después. Dicen que hay techos de cristal, pero yo no me voy a romper la cabeza rompiendo ningún techo. Creo que batí todas mis marcas.
Descubrí maneras creativas de hacer útil mi conocimiento y me dediqué a explotar lo aprendido para ofrecérselo a los demás. Llevo dos años con las conversaciones por Skype y te recomiendo que las pruebes si crees que hablar en grupo te puede ayudar. Deja tu comentario aquí si quieres y hablamos.
«Me sorprende que haya incluso encontrado disfrute aunque al final he sentido un poco de ansiedad. Salirme de mis rutinas no le sienta del todo bien a mi cuerpo. Sé que mi cuerpo todavía es muy sensible a los excesos y me alegro de que me avise con sensaciones desagradables. Como he dormido bien, he podido aprovechar el día. Mañana toca descansar. El placer de no hacer es un gran placer para mí.»