Ayer Isabel y yo nos divorciamos. Han sido ocho meses muy difíciles para los dos y que han sentido las personas que nos quieren mucho. Tengo la sensación de haber encajado muchas cosas en un tiempo récord.
Nueve años casados y un futuro por delante que desconocemos pero vivimos todavía con ilusión. Unas circunstancias diferentes a las que nos ha conducido lo vivido juntos, obligándonos a vivir más separados pero igual de juntos. Dice mi amigo don Jose que el amor, o es suicida, o no es incondicional. No se refería al amor de pareja, pero aquí queda escrito. Yo la verdad es que no lo sé. Lo que sí sé es que quiero a Isabel. Mi hijo Roberto, que todo lo sabe, dice que «de flor en flor no hay dolor». Tampoco lo sé, lo que sí sé es que no hay grandes placeres sin grandes dolores. Me gusta querer y me cuesta renunciar a lo que me gusta. Lo difícil como siempre está en establecer los límites.
«En las relaciones de pareja nunca se acaba por saber lo suficiente. Cuando crees saberlo todo descubres no saber nada. No soy la persona más generosa del mundo pero intuyo que si hay uno por delante tengo diez por detrás. Un día alguien me dijo que dar cuando te sobra no tiene el mismo valor. No sé a qué se refería con dar pero algo sí sé. Si valoráramos lo que hace el otro tanto como lo que hacemos nosotros, el mundo sería un campo de margaritas. Yo intento siempre darme cuenta de lo que recibo.»