Yo soy de querer mucho y eso se paga. Este año me quedé en números rojos: muy rojos. Ahora, como dice un amigo de un amigo, tengo mi tarjeta de crédito llena de tiempo.
Llevo más de un mes sin ver a Isabel y me siento muy bien. Me da la sensación de que nos juntamos dos personas de querer mucho y eso es el doble de peligroso. Todavía siento amor hacia ella, pero me siento también como un mar en calma, que diría don José. Ayer estuvimos en un parque riéndonos de nuestras locuras del pasado. Intentamos ser dos intelectuales útiles, algo que un gran intelectual dice que es imposible. Lo que sí hemos conseguido es disfrutar a lo loco, y nunca mejor dicho. Lo bueno de la amistad es que nunca puede llegar a ser tan intensa como el amor. De todas formas, hay muchas formas de querer y estoy en proceso de aprender una nueva.
«Las cosas más útiles a veces se aprenden a partir del daño. Lo difícil es saber dónde están los límites. Cuando he llegado a un punto de no poder soportar más, me he visto obligado a replantearme algunas cosas. Tengo la suerte de sentir, porque el sentir es lo que me ha permitido superar el daño. Si sigues por un camino de clavos, ya sabes cómo acabarán tus pies.»