Esta semana he dicho «no» a una propuesta de mi padre y estoy convencido de haber tomado una buena decisión para mí. Lo hice con tranquilidad y tuve una respuesta que no me sorprendió demasiado. Mi padre ha aprendido a «perder» a partir de los ochenta años. Una verdadera lástima que no lo hiciera antes. Ahora sé por qué hace las cosas y eso me ayuda a no hacerme daño. Antes confundía sus motivos y eso me hacía mucho más daño.
Con dieciocho años no le dije «no» a mi padre y arrastré el error durante veinte años. Sé que ese no es el único motivo de mis muchos problemas de salud durante mi etapa como ingeniero, pero estoy seguro de que me perjudicó mucho no haberme negado a sus deseos. Mis deseos no eran sus deseos.
El problema de no aprender a decir no es el siguiente. Si tienes un satélite en tu vida que saca algún beneficio de tu miedo, tu ingenuidad o tu respeto hacia los demás, eres una víctima propicia para todo tipo de abusos. El trastorno bipolar dicen que es genético, heredable y blablabla, pero nadie conoce el futuro que podía haber tenido una persona con un pasado diferente. Ni el mejor de los psiquiatras, ni el más eminente científico. Yo he unido muchos puntos hacia atrás, pero mi recuperación de la enfermedad tiene más que ver con mi capacidad de unir ahora los puntos hacia adelante mucho mejor que antes.
Si aprendes a ver el final de la película, antes de que acabe mal, habrás ganado mil puntos en la dirección de la remisión. Será más difícil que vuelvas a sufrir los síntomas, que los demás te vuelvan loco y que alguien se aproveche de ti. Desarrollar esta inteligencia me ha llevado veinte años y veinte heridas.
Aprender a no repetir la misma película es una cosa más difícil de lo que parece a simple vista. Conozco muchas personas que repiten una y otra vez los mismos patrones de conducta. Sufren mucho, pero no aprenden. Yo viví y sufrí así durante mucho tiempo. Hasta que me di cuenta y aprendí a aprender de una manera diferente.
Si sabes lo que sientes habrás dado un paso de gigante. Si descubres qué hacer con lo que sientes para sentirte mejor, diez pasos de gigante. La depresión se puede evitar con la misma forma de aprendizaje. Construirse un futuro nuevo se inicia siempre con un futuro mental posible. A eso se le llama vulgarmente imaginación. Hay que aprender a probar distintas cosas cuando nada parece funcionar. A eso se le llama creatividad básica.
Ya no sufro, ahora disfruto. Y esto parece una relación estable.
Hay 6 comentarios en este articulo
Que buena reflexión, pero sobre todo decisión y opción.
Definitivamente ser capaz de decir si, o no, o tomarse un tiempo para analizarlo es definitivo para lo que se venga.
Tienes razón, algunos pueden querer proyectar sus deseos en su descendencia, otros aprovecharte de tu "debilidad", con el tiempo se decanta y se puede saber que es de provecho y saludable para tí.
A mi modo de ver el no, la negación, bien puede tener dos direcciones. Una hacia lo que a uno se le demanda externamente y la otra y como no podía ser de otra manera, las exigencias o peticiones internas que uno se exige a si mismo. En éstas se incluyen las creencias, actitudes y comportamientos y todos los condicionamientos que arrastro o incluyo.
Uno a veces no da el no como respuesta sólo por querer satisfacer al otro o cumplir sus expectativas, o simplemente por evitar la confrontación con el educador o figura de autoridad.
La autoridad de un modo u otro impone y es fácil continuar con inercias adquiridas bien pronto en la vida de uno, cuando uno no tiene otra opción que dejarse conducir sin posibilidad de negarse. Ahora bien, opino que la adolescencia es una etapa crucial en este aspecto, ya que permite, por imperativo hormonal, enfrentarse a la figura de los padres que necesariamente han tenido que dirigir la vida del hijo. Es en esta etapa donde deben surgir los noes hacia los que hasta entonces han direccionado tu vida o de otra manera uno continuará con las mismas inercias en pos de una aceptación paterna o similar, aunque para ello sacrifique ciertas elecciones propias que le conduzcan de distinta manera en la vida.
Decir no no es sencillo cuando uno quiere agradar y ser aceptado, sin embargo es necesario y un ejercicio muy saludable, ahora bien en el proceso uno ha de negarse a sí mismo también. Negar creencias y condicionamientos. Darse cuenta de cuán papel importante supone la culpa, cuando es el primer sentimiento que puede aparecer ante la posibilidad de una negación. Culpa por no cumplir con lo que se me demanda, culpa por fallar a una persona o amistad.
Culpa por la decepción que uno puede generar con la negativa o en definitiva porque fallo a una propuesta que si la hiciera yo mismo bien pudiera generarme una contrariedad molesta. Otras veces es la educación o el querer ser educado el que permite se introduzcan personas abusivas en tu misma puerta. Bueno y me dejaré mucho más en el tintero, pero no es cuestión de hacer un ensayo. Baste decir que es tarea de cada cual y de todos dar con el equilibrio en este tema sin hacer demasiada sangre. A fin de cuentas tampoco me gusta recibir un no como respuesta cuando lo que pido pienso que es de recibo y cuando desde un diván se me demandó durante tres años "pide, pide, pide".
Quizás no lo he expuesto muy claramente o he hecho un revueltillo, así que bien puedes agregar tu parecer.
salud
Ahí queda dicho.
Has buceado mucho. Yo también lo hice. Ahora te sugiero que te olvides de todo y actúes con naturalidad. Yo llevo un tiempo así y sientes que te pesa menos la cabeza ;))
"Veinte años y veinte heridas". Aprender a decir no. ¡Si me habrá costado! La inseguridad y la indecisión de las neurosis hacen estragos. Hermosas palabras que me recuerdan cuando mi padre me "convenció" para que estudiara Medicina. Lo intenté y no pude, claro. A lo largo del tiempo me dijo: yo quería que estudiaras Medicina porque yo no pude. Hasta ahora no lo entiendo.
Elena, ya tenemos algo mas en comun. Gracias por escribir.