Pasé muchos años mirando al futuro para construirme un presente. No hace tanto tiempo que avanzo al futuro mirando en su dirección en contadas ocasiones. Me siento muy tranquilo con el cambio.
Viví muchos sueños hasta que dejé de soñar. Me peleé conmigo mismo hasta que no necesité seguir haciéndolo. Cambié todo lo que pude hasta que encontré la tranquilidad tan difícil de lograr en esta vida tan incierta. Aprendí a no juzgar y a prestar atención a lo que siento. De esta forma, aprendí a tomar decisiones siempre que es necesario y a priorizar mi persona. Casi nada me ha resultado fácil. Los cambios más importantes me llevaron entre diez y quince años. Me tuve que romper la cabeza más de una vez y estuve en dificultades también más de una vez. Si has leído este blog sobre el trastorno bipolar desde el principio habrás podido reconocer cuándo. Especialmente, siempre que la vida se cruza.
Mi madre es una persona muy especial. Tan especial, que quien la conoce tarda poco en reconocer su brillo. Imanta a todo el mundo con el imán de la atención generosa y la delicadeza. Hasta su final le daré todo lo que ella da a los demás. Como maestra no tiene igual. Aunque el ejemplo puede ayudar no siempre cuaja. Prestar atención a alguien que admires te ayudará a acercarte a esa persona. Eso sí, sin dejar de ser tú. Respetando siempre lo que sientes y escuchando a tu cuerpo cuando se queja.
«Con trastorno bipolar no es tan sencillo ser consciente de lo que sientes. Pararse a pensar y recordar los malos momentos ayuda. Como lo de fuera cambia poco, es bueno elegir lo que quieres cambiar dentro. Tener un problema es un problema pequeño, no saber cúal es el problema es un problema grande. Aprendí a conocerme y eso me ayudó a cambiar poco a poco«