Este año no ha sido un buen año en el amor. Nunca antes lo había pasado tan mal, ni había sentido una marea de emociones tan intensa. Ahora me queda un poso de tristeza por lo perdido.
Dicen que todo pasa por algo. Yo digo que todo pasa por muchos algos y muchos alguienes: un pensamiento inocente que nunca me consolará del todo. Cada persona quiere «a su manera», yo ahora estoy dispuesto a querer de otra manera. Lo que será, si quiere perdurar, tendrá que ser muy diferente. Si la lección tenía que ser así, la llamaré «la lección del bien de amores». Quiero mucho y bien: quienes queremos así corremos muchos riesgos. Mi mujer también quiere mucho y bien, así que los riesgos han sido compartidos. Pronto dejará de ser mi mujer para ser alguien diferente que no sé todavía. A pesar de ser escritor, me sorprende lo importante que son las palabras. Yo la quiero: es lo único que sé desde hace mucho tiempo.
«Cuando quieres mucho a alguien, dependes de ese alguien. Es inevitable querer y no hacerse daño si pierdes a la persona querida. Hasta hoy siempre tuve la suerte de ser correspondido, algo en lo que nunca había pensado ni me ha importado mucho hasta ahora. Este año he aprendido que el amor puede doler mucho. También que dentro de toda persona conviven seis personas diferentes. Te enamoras de una de ellas, pero las otras cinco siempre han estado ahí.»