Aunque comienza el verano sin sol, tengo la sensación de que va a ser un verano bonito. Por la mañana tengo que ayudar a Roberto con las matemáticas y me cuesta. Más le cuesta a él y se sienta delante del cuaderno: yo no voy a ser menos.
Aunque saco espuma por la boca, me doy cuenta de que Roberto es un buen entrenador para mi paciencia. Tengo muy claro que si tiro la toalla, él tirará la suya y sus dificultades sólo pueden ser superadas con la ayuda de alguien que ponga todo en él. Cada uno tenemos nuestras propias debilidades y no todos nacemos con las mismas cualidades. Y él reúne muchas que me llaman la atención.
Cuando me caliento, me enfrío sin mayores problemas. Él sabe que le quiero y yo sé que él me quiere. Aunque me lo comería más de una vez, me arrepentiría de habérmelo comido. Así que de momento nos conformamos con darnos algún que otro mordisco :))