Antes tenía reacciones que no me hacían sentir bien. Cuando perdía la cabeza siempre pensaba en cómo evitar que me volviera a ocurrir. Me pasaba con personas que quiero y quería cambiar. Lo logré.
Sé que no le pasa a todas las personas con trastorno bipolar pero pienso que es bastante común. El problema de perder el control es que esa inestabilidad predispone a cosas peores. La explicación es biológica y aburrida. Hoy es el día en que sólo un meteorito me saca de mi sitio. He tenido que llegar a este extremo a fuerza de insistir. También he aprendido a conocer los motivos que mueven a las personas y eso me ha ayudado a relativizar lo que hacen o dicen. También hay otras cosas que me molestan pero cada vez son menos. Me suele suceder porque cojo cariño a mis amigos y he decidido dedicar mi atención a quien me corresponde con la suya. Este año he sentido grandes decepciones y he aprendido de ellas. El que va a su aire que siga a su aire.
«Me tuve que romper mucho la cabeza para cambiar mis reacciones. No perdía el control con cualquier cosa, pero cuando lo hacía, lo hacía a lo grande. Piensa siempre en qué es lo que te lleva a la ira. Centra tu atención en ti, no en el otro. Si culpas al otro no podrás cambiar. Si te fijas en ti, te resultará menos difícil. Si no te pones plazos también te ayudará. Hay cosas que cuesta media vida cambiar en uno mismo»