La ilusión de escribir un libro queda muy lejos, pero la ilusión de que lo puedas leer sigue viva. En mi primer libro hay más de cinco años de mis neuronas. Si lo quieres aprovechar, ahí lo tienes.
Cuando lo terminé, y lo leí ya corregido, sentí algo muy especial. Un amigo me dijo hace poco que le había dado la sensación de que mi primer libro era más melancólico que el segundo. Normal. Un camión de quince toneladas había pasado por encima de mí antes de escribirlo. Otro me dijo que se veía en el libro que no sentía cariño por mi padre. Tenía razón, en aquella época estaba muy dolido con él. Un tercer amigo me dijo que le había ayudado a conocerme mejor. Me hizo ilusión saberlo. De todas formas, lo que más ilusión me hizo fue escribir las dedicatorias a las personas que aprecio y leyeron el libro. Muchas me han motivado a seguir haciendo lo que hago con un simple gracias. Como recuerdo escribiré en la cita un pequeño extracto de los veintiún malos hábitos. Cómo empecé a superar el trastorno bipolar está en sus páginas.
«Aspiramos a lo ideal sufriendo la realidad que no siempre elegimos. Decidimos soportar la carga como si fuese inevitable, y renunciamos a dar el paso necesario para abandonar el carril del sufrimiento, y tomar un nuevo aliento para volver a respirar sin dificultad. Algunos, alejándonos del entorno tóxico, otros, con un curso acelerado sobre cómo sobrevivir en las circunstancias más adversas.»