Se ha escrito mucho sobre el estrés y llegará el momento en que haya más centros de yoga que supermercados. Los únicos libros que se venderán serán mandalas y las terapias naturales dejarán de ser alternativas. Como a los científicos no les interesará demasiado el tema, seguirán mirando para otro lado. Muchas personas que se dedican a la medicina siguen menospreciando desde un punto de vista intelectual a la psicología y miles de personas siguen sufriendo mientras tanto.
El estrés es inevitable dicen los que parecen más inteligentes. No sé si lo son pero me da la sensación de que son unos privilegiados. Son la clase de personas que, o bien son capaces de soportar elevados niveles de estrés, o bien han tenido la fortuna de no conocer lo que es el estrés con mayúsculas. Como yo pertenezco a otro grupo diferente, te diré que el estrés se debe evitar siempre que puedas. Y se puede evitar exponerse a él la mayoría de las veces. Pocas veces es cuestión de vida o muerte aunque siempre tendrás que pasar por situaciones que desborden los límites de tu cuerpo. Tu elección más importante es decidir qué hacer a partir de ese momento. Yo me he visto sometido a estrés varías veces en los últimos años y he tenido que ir tomando decisiones sobre la marcha para soltar presión y no caer en el error de aceptar pulpo como animal de compañía. La primera vez tuve que decir no a algo que me hubiera encantado decir sí. La segunda tuve que decir no a una persona a quien me hubiera encantado tratarle como él me trató a mí y pude evitarlo. La tercera tuve que contenerme para no hacer daño a alguien que me hizo daño y sé que no estaba en su mejor momento. Tres situaciones delicadas que me han permitido aprender a tener un control mucho mayor sobre mis reacciones y frente a las situaciones que me pueden desbordar en el futuro. Superar una situación crítica supone estar mejor preparado para la siguiente. Sin embargo, sigo manteniendo como mantra principal no someterme a determinadas situaciones que sé que me dañarían si me dejo llevar.
Si eres capaz de identificar lo que te hace daño con detalle, estarás mejor preparado o preparada para trabajar con ello. Muchas veces el origen principal del estrés no está en la superficie. Casi siempre el estrés tiene que ver con el miedo, la incapacidad, las ofensas o la rabia. No suele estar dentro de uno, sino proyectado en los demás o en el futuro. Las amenazas futuras te paralizan, las personas que se comportan de una manera opuesta a como esperas te desesperan. Desde hace mucho tiempo no sufro el trastorno bipolar. Dejar de sentir estrés ayuda a no sufrir los síntomas. Resulta menos probable deprimirse aunque el estrés no sea el origen de todas las depresiones. También resulta más difícil sufrir un episodio hipomaníaco o maníaco, aunque el estrés tampoco sea el origen de todos los episodios. En mi caso, el estrés estuvo presente en varias situaciones que acabaron con mi salud. Desde fuera, una persona podría pensar que llevo una vida tranquila. Viéndome desde fuera, la vida de muchas personas que conozco es mucho más tranquila que la mía. Yo no soportaría su vida, ellos tampoco soportarían la mía.