En invierno, la playa tiene otro color. Nada quita las ganas cuando tienes muchas ganas. Se ven surfistas todo el año.
Casi todos tenemos un gorila dentro que puede aparecer si se le molesta. Y hay que matarlo.
Nunca fui una persona con un carácter explosivo. Sin embargo, la maldita inteligencia me hizo más vulnerable a perder el control. Explotaba pocas veces, pero las situaciones de estrés siempre aparecen. Mi mujer fue la persona que más tuvo que soportar a mi gorila. Le maté poco a poco, mi gorila era una bestia resistente.
Compré un pequeño Hulk de Lego y lo monté. Tenía que matar a mi gorila bipolar para no hacer daño a mi mujer, y ya me sentía preparado para hacerlo. Y así acabé con él. Diez años tenía mi gran gorila. Me hubiera encantado haberlo hecho antes, como otras cosas que tardé en aprender. Ahora, la sensación que tengo de tranquilidad es bestial.
Ya no necesito defender mi razón y vivo mucho mejor. Todas las razones me parecen respetables aunque tenga claro que algunas personas no tienen razón. Algo les llevará a pensar como piensan, y esa ya es suficiente razón para mí. No me importa cuando no coincido con otra persona, si esa persona me respeta. Ni se me ocurre tampoco intentar convencerla, suele ser tiempo perdido.
«Si sueles discutir te recomiendo que hagas dos cosas. Si escuchas con atención puedes comprender mejor a la otra persona, y lo que te ofende, mostrarte cosas de ti. De esta manera te conocerás mejor, que nunca está de más. Si te enganchas más de una vez con el mismo tema, o con la misma persona, es momento de que hagas algo para que no te vuelva a ocurrir. Cuesta, pero es lo más eficaz.»