Tenía un amigo al que solía hablarle a menudo de las necesidades. En especial, de lo importante que es identificar bien cuáles son tus necesidades. He perdido a un amigo y me alegro por él.
Cómo se pasa del «gustar» al «necesitar» es difuso. Da lo mismo hablar de vino que del amor. Me sorprende darme cuenta de que algunas cosas que antes necesitaba ya no las necesito. Aunque la prueba del algodón viene siempre por sorpresa. Cuando pierdes algo o a alguien descubres si lo necesitabas o si no. O en qué medida. No todo son necesidades, pero lo más importante son las necesidades.
Una vez, otro amigo me preguntó con una sonrisa en un momento muy delicado de mi vida si no sabía perder. Sentí la pregunta como una bofetada. Hace años perdí a otro amigo. La mayoría de mis amigos están diagnosticados con trastorno bipolar. Según voy perdiendo personas por el camino, voy aprendiendo a perder. Mañana veré a otro amigo al que estuve a punto de perder y el otro día hablé por teléfono con otro al que yo estuve a punto de echarle a perder. Ahora me doy cuenta del error que cometí y me descubro como una persona diferente.
Dicen que tener un amigo es tener un tesoro, por lo tanto, perder un amigo es perder un tesoro. Yo he perdido tres tesoros en los últimos años. Una amistad es una pelota en el aire que conviene no dejar caer teniendo cuidado de no dar al otro en la nariz.
«Pasar del necesitar al me gusta es un reto con trastorno bipolar. Se pasa demasiado fácil del me gusta al necesitar para desandar luego el camino. Los científicos no saben si se puede, la mayoría creen que no. Claro que se puede. Eso y otras cosas muy difíciles»