Es la segunda vez que voy a hablar con la psicóloga que me cambió la vida después de terminar mi terapia hace tiempo. Lo hago para ayudar mejor a mi hija que lo está pasando mal.
Estoy tranquilo aunque ver sufrir a las personas que quiero todavía me hace explotar. Tengo la suerte de soltar la presión de golpe y quedarme como un bebé. Cuando exploto mis palabras son disparos calculados a pesar de la desesperación. Para que algo me lleve al límite tiene que ser algo muy importante para mí. He tragado mucho por no dañar a personas que quise y he descubierto que nadie es lo que parece. Algunas personas se parecen mucho a lo que son, otras no. Yo intento parecerme mucho a lo que soy y eso me ha ayudado en mi remisión del trastorno bipolar. Tragar era una de mis debilidades. No decir que no en momentos críticos me condujo casi siempre a sufrir mucho. Sólo es cuestión de tiempo que te suceda. He sido víctima de los errores de los demás más de una vez. La depresión es muy poco probable que vuelva a mi vida. Los otros síntomas del trastorno bipolar tampoco es fácil que me afecten. La psicosis y la manía son pasado. Sé lo que me provocó los síntomas y el trastorno bipolar para mí ya es sólo una oportunidad para impactar en los demás en positivo. Veinte años me costó dejar atrás la enfermedad. Desde mi primera depresión a la última situación que estuvo a punto de llevarme a la psicosis.
«Para alcanzar la remisión del trastorno bipolar tuve que reconducir mi vida. También cambiar en mí lo que me dañaba. Aprender a sentirme tranquilo en casi cualquier circunstancia también fue clave. No es posible ser una balsa de aceite siempre, pero la tolerancia con los demás es vital. Distinguir lo que no puedes ni necesitas cambiar en ti también ayuda mucho»